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miércoles, 29 de junio de 2011

Dos Torres, su historia.



Muy poco es lo que se conoce acerca de la Prehistoria de Dos Torres. Como de otros muchos puntos de la geografía comarcal, sólo se tienen noticias de hallazgos sueltos que se revelan insuficientes a la hora de reconstruir el más remoto pasado de esta localidad.
Entre esos hallazgos hay que mencionar que Carbonell guardaba en su colección una pieza paleolítica hecha en pórfido -al parecer, un rascador-, que se había hallado en La Mesa del Cobre, y también se conocen la existencia de silex paleolíticos, y otros de dudosa adjudicación, en los alrededores de la ermita de San Sebastián.

domingo, 26 de junio de 2011

Nudos de corbata, hoy empezamos esta sección.


Hola a todos!
En este vídeo vamos a aprender a realizar uno de los nudos más conocidos y elegantes que existen, el nudo windsor.
Este nudo de origen inglés es un tanto más complicado de hacer cualquier otro nudo. Se debe usar una corbata de buena longitud para que, una vez anudada, no nos quede demasiado corta. El nudo windsor  tienen una forma de anudar con más vueltas que otros nudos, lo que hace de él un nudo de buena contextura, simétrico y muy elegante. Debido al volúmen propio de este nudo británico, es aconsejables utilizar una corbata más bien fina de manera que no nos quede un nudo demasiado grueso y menos elegante.
Primer paso
En primer lugar situamos la parte más ancha de la corbata en el lado derecho y la más estrecha en el izquierdo.
Segundo paso
Cruzamos la parte ancha por encima de la estrecha y la pasamos de delante hacia atrás volviéndola a recuperar delante.
Tercer paso
Volvemos a pasar de delante hacia atrás y rodeando desde atrás hacia delante formamos el nudo de la corbata ayudándonos con los dedos de la otra mano para acabar cerrándolo inmediatamente después.
Para finalizar...
Una vez realizado, lo ajustamos intentando evitar pliegues.
Ajustamos la corbata, bajamos el cuello de la camisa y listo.

sábado, 25 de junio de 2011

Pequeñas nociones de restauración.


Este articulo persigue como finalidad fundamental instruir a aquellas personas atrapadas por ese tan rico mundo del vino y la cocina. En el mismo se encuentran recogidas todas las informaciones necesarias para completar  la preparación de cualquier Sommelier, dependiente, Maitre, Cheff de  cocina o cualquier otro personal a cargo del servicio de comidas y bebidas en un restaurante.

MARIDAJE

El maridaje consiste en complementar adecuadamente el vino y la comida. Esta integración se debe buscar a través de los sabores y también mediante las texturas. 
Maridaje viene de la palabra “maridar” que significa “unirse” o “casarse”. En materia gastronómica, podríamos decir que es el término acuñado de un tiempo a esta parte para definir la elección del vino más adecuado para armonizar o “casar” con un platillo o comida.  
Podemos hacer la analogía con una pareja que para que su relación sea fructífera, tiene que tener empatía entre sus cualidades mutuas, ser el complemento una de la otra de modo que las características de cada uno se exalten y por el contrario, no se pierdan ,sin embargo, bien es sabido que los  “polos opuestos se atraen” y es una regla también aplicable a los vinos y platos, ya que no es cuestión pues, de puras afinidades, sino de encontrar la que por armonía o contraste  se perfile como la fórmula más adecuada para transmitir la plenitud del vino en el ámbito gastronómico.
El mundo de la gastronomía encierra un sinfín de matices, de percepciones, de aromas y de gustos tantos, que es difícil hablar con exactitud del maridaje, de la unión íntima y armónica entre dos elementos. Pero más allá de esta definición enciclopédica, se esconde el verdadero sentido del  placer de la degustación gastronómica. La combinación perfecta que permita saborear y disfrutar con los cinco sentidos tanto la bebida como la comida.
Vinos Blancos , acompañan a carnes blancas y salsas blancas, y vinos tintos acompañan carnes rojas y salsas rojas: la norma enraizó en el imaginario colectivo de las buenas maneras ,donde nació y cuando , no se sabe con exactitud, pero todo hace pensar que fue a fines del siglo XIX o principios del siglo XX, cuando la cocina francesa reinaba en el mundo y comenzaba a nacer esa extraña combinación de diversas cocinas de Europa con predominio francés que dio en llamarse, " cocina internacional", que solo era un  comodín para los grandes hoteles que recibían pasajeros de diversas latitudes y preparaban confusos menús, suntuosos y caros. Mal podría hablarse de una cocina internacional cuando no existen cocinas nacionales sino sólo regionales, puesto que las de cada país no son más que la sumatoria de las cocinas de sus distintas regiones, aunque algunos platos se generalizan en todo el territorio, y aun en el mundo como la pizza.
El caso es evidente en todos los países del mundo.
Por ejemplo:
Con cada una de las cocinas regionales, las cocinas del terruño, se suele tomar vinos locales. Se ha descubierto que los valencianos privilegian los tintos con la paella, los marselleses los tintos ligeros y los rosados de Tavel con laBoullabaisse (una sopa de pescado), los franceses acompañan el Roquefort con un vino blanco dulce, el Sauternes; los Salteños con torrontés, y así sucesivamente. O sea que, si queremos tener una guía, lo primero sería acompañar la cocina de la tierra con el vino de la tierra. Así que el Tequila, por ejemplo ya sea blanco, reposado o añejo lo acompañaremos con un buen buffet mexicano y hacer digestión con un buen licor de tequila o café.  
Raymond Dumay, un experto francés que amaba la buena mesa y el buen vino, escribió hace muchos años. 
El acuerdo entre vinos y platos abre la puerta al riesgo, a la aventura. Todo se puede hacer y sin embargo no se puede hacer cualquier cosa. Estamos en dominio tenebroso del amor y hay que saber hasta cuan lejos podemos llegar”.  
También un famoso enólogo italiano, Luigi Veronelli, ha dedicado parte de su vida a definir qué vino se debe elegir para cada platillo. Esta tarea ha sido titánica y compleja, ya que el número de platillos y de vinos  son numerosos y sobre todo diversos, además de que dependerá la añada en el caso de los vinos e incluso el sazón en los platillos. Este tema del maridaje no puede considerarse como una ciencia exacta, las sugerencias sirven para enriquecer nuestro conocimiento gastronómico. Pero el reto es formarse un criterio propio, un gusto inherente a la personalidad, basándose en estas experiencias, pero entrando a una exploración de los mejores sabores, olores y colores que logren el equilibrio de sensaciones entre comida y vino.  
Uno de los mejores modos de acompañar ricos platos  autóctonos de un mismo país o región es tomar el vino de idéntica procedencia, incluso podríamos afirmar que la cocina y el vino regionales, evolucionan indiscutiblemente hacia su propia compenetración. 
Existen otras reglas básicas, lógicas y naturales,  que muchos conocemos.
Por ejemplo, tomar carne roja con tinto y vino blanco con pescados. Esta idea es aplicable hoy en día, si bien debemos aceptar que también los estilos de vinos han cambiado y evolucionado en los últimos tiempos, y que en la actualidad se permiten mayores concesiones y hay una mayor apertura que permite inclinarnos a descubrir nuevas sensaciones y a arriesgarnos con ciertascombinaciones.  
Generalmente, las comidas y los vinos tienen características complementarias,.
Por ejemplo:
Se deben elegir vinos suaves para comidas  ligeras, y vinos con más cuerpo para platos copiosos, y vinos dulces para los postres. A veces el contraste también funciona, como un dulce Sauternes para acompañar al queso Roquefort. En los últimos años, se ha dejado aparte el cliché de vinos tintos para la carne y blancos para el pescado; no es un problema de color sino de peso.

REGLAS BASICAS PARA BEBER VINOS CON COMIDAS:

1.-Vinos blancos con pescados.
2.-Vinos tintos con carnes rojas.

SE ESTABLECE OTRA REGLA:

1.-Beber vinos blancos antes que los tintos.
2.-Beber vino seco antes que el dulce.
3.-Beber vino joven antes que los viejos.

REGLAS ACTUALES QUE SE AGREGAN A LAS BASICAS:

1.-Maridar el cuerpo y las características del vino con la comida.
2.-La riqueza e intensidad del vino con la riqueza e intensidad de la comida.
3.-Maridar la acidez de la comida con la acidez del vino.
4.-Maridar el sabor dulce de los vinos con el sabor dulce de las comidas. (Frutas, miel, almendras, comidas con pimienta).
5.-Maridar las comidas frías con vinos ligeros.
6.-Maridar las comidas especiadas que llaman al frescor de la comida con carnes frías y con bebidas frescas si hay dulzor mucho mejor

7.-Las comidas saladas que se maridan con vinos altos en alcohol y que tienden a ser dulzones darán como resultado cierto amargo.
Por otra parte debe existir un equilibrio entre la carta menú y la de vinos. Las grandes compañías del mundo encargadas de categorizar una instalación hotelera tienen en cuenta:
1.-Ambiente
2.-Servicio.
3.-Carta de comida.
3.-Carta de vinos.

OTRAS REGLAS DE MARIDAJES:

1. Unir no sólo el sabor de la comida con el del vino, sino también con la intensidad de sabor y el peso o cuerpo del vino. Esta fórmula es clave, es incluso más importante que la referente a la conexión entre colores apuntada: carnes rojas con tinto y blancos con pescados.
2. Considerar la textura de los alimentos: algunos entumecen la boca y dificultan la percepción del vino.

3. La riqueza de sabor de un plato puede ser minimizada a través de un vino ácido o bien acompañada con un vino también consistente y untuoso.
4. Complementar la acidez de un plato con la de un vino. El limón, por ejemplo, requiere vinos también ácidos.
5. Los platos salados pueden acompañarse muy bien con vinos con cierto dulzor, que podemos encontrar tanto en algunos tintos como en blancos. También combinan bien con la acidez, otorgada asimismo por ciertos tintos y blancos. Los platos dulces se acompañan bastante bien por vinos también dulces.
6. Si un plato tiene salsa, los sabores de la misma se han de tener en cuenta en la elección del vino.
7. El queso se toma tradicionalmente con vino tinto pero el blanco es generalmente mejor. Dentro de los blancos los dulces tienen más afinidades con el queso. Para los tintos es mejor elegir un queso suave.
8. Tener en cuenta que ciertos alimentos van mejor con tipos concretos de uva. Por ejemplo, el Cabernet Sauvignon casa muy bien con el cordero. También una uva tinta como el Pinot Noir casa mejor que las blancas para pescados como el salmón.
9. Los vinos jóvenes se tomarán antes que los más viejos, los ligeros antes que los fuertes, o los blancos antes que los tintos.

Aunque estas reglas son válidas no constituyen más que una mera orientación, puesto que nada hay que hacer frente a la decisión del particular o a la armonía existente entre un vino y un plato que puede no cumplir del todo tales requisitos.
(fuente: curso de restauración)

jueves, 23 de junio de 2011

El Guijo, su histora.

 De la Edad Prehistoria, podemos testimoniar la existencia de algunos guijarros trabajados, procedentes de Majadaiglesia, la presencia de grupos humanos en este sector del término municipal de El Guijo en época muy remota, concretamente desde el Paleolítico Inferior, etapa a la que han sido adjudicadas las citadas pieza
En las excavaciones arqueológicas que se efectuaron en la ermita de la Virgen de las Cruces se localizaron, en los niveles inferiores, algunas hachas pulidas, piezas de silex y varios fragmentos de cerámica hecha a mano que demuestran la ocupación de esta zona ya en época prehistórica, muy posiblemente desde el Calcolítico hasta la Edad del Bronce.
Desgraciadamente, poco es lo que podemos decir acerca de las restantes culturas de la Prehistoria, puesto que sólo contamos con hallazgos sueltos de hachas pulimentadas, adjudicables al Calcolítico y la Edad del Bronce, procedentes de diversos puntos del término, que poco o nada aportan para el conocimiento puntual de la Prehistoria.
De la Edad Antigua, según testimonios conservados, la zona de los Pedroches fue ocupada por dos ciudades hispano-romanas, Baedro y Solia. Ninguna de las dos ha sido ubicada con exactitud, pero se puede confirmar que Baedro ocuparía el sector occidental y Solia el oriental. La localidad de El Guijo y, más concretamente, el yacimiento de Majadaiglesia, es el lugar donde las tendencias actuales ubican a la ciudad de Solia, cuyo territorio se extendería hacia el norte, ocupando el término de Santa Eufemia, donde se ha encontrado una lápida funeraria que hace alusión a una mujer soléense, y hacia el sur, donde , en las proximidades de Villanueva de Córdoba, en el pozo de las Vacas, apareció un trifinium (mojón límite entre tres ciudades), que marcaba las fronteras entre Solia, Epora (Montoro) y Sacili (término municipal de Pedro Abad).
El santuario de Nuestra Señora de las Cruces continúa su actividad en el periodo ibérico, desarrollándose en época romana el cerro de Majadaiglesia, donde las señales de habitación son bastantes importantes para los siglos II-IV d. C. En él se han encontrado restos de fortificaciones, viviendas, necrópolis, hallazgos escultóricos, lucernas, monedas… que nos muestran que la zona tuvo una continuidad de hábitat en época romana.
La epigrafía destaca a la familia de los Porcii, que centraría sus actividades económicas en la zona. De todas formas, la mayoría de las inscripciones halladas son funerarias o están muy deterioradas, por lo que no permiten conocer muchos aspectos de su vida administrativa. (El documento más importante, el trifinium de Villanueva de Córdoba, lo trataremos en detalle en esta localidad).
El hallazgo de un ara anepigráfica nos indica la presencia posible de un lugar sagrado, que podría conectarse con un baptisterio conservado en la ermita de las Cruces y con el desarrollo del cristianismo, confirmando a principios del siglo IV con la presencia de un presbítero soléense en el concilio de Iliberri.
La posición del yacimiento de Majadaiglesia, en medio de las dos principales vía romanas que atraviesan el territorio, con las que estaría conectado, es, junto a los restos arqueológicos comentados, el mejor argumento para ubicar en este lugar a la antigua Solia, descartando anteriores teorías que la localizaban en Dos Torres, Pedroche, Villanueva de Córdoba, e, incluso Benalcázar
Ya en la Edad Media, la primera mención que poseemos sobre el Guijo se remonta al siglo XII y se refiere a la delimitaciones de los términos jurisdiccionales que pertenecían en ola zona a la orden de Calatrava, efectuada por Alfonso VIII el 22 de septiembre de 1189; como uno de los mojones de dichos términos aparece “la cabeza del Guijo, que es sobre el villar de Santa María, en la parte extrema del encimar del Pedroche”. Y en un pleito del concejo de Córdoba con la misma orden, fechado el 20 de junio de 1255, se vuelve a mencionar “junto al villar de Santa Eufemia”
Como quiera que en ambos documentos no se cita más población que el llamado villar de Santa María (que posiblemente se pueda identificar con el yacimiento de Majadaiglesia, habitado quizá  durante la Alta Edad Media), cabe suponer que el topónimo Guijo designara entonces tan sólo un accidente geográfico, y que fuese en el curso del siglo XII cuando, por despoblarse quizá el citado villar, apareciera el núcleo habitacional que desde entonces ha mantenido el nombre de El Guijo.
Sea de una u otra forma, lo cierto es que a finales del siglo XIII, cuando Sancho IV estableció en la zona uno de los mas antiguos señoríos cordobeses, mediante concesión al alcalde mayor de la ciudad, Fernando Díaz Carrillo, de la villa y castillo de Santa Eufemia el 9 de junio de 1293, se incluían ya en sus términos las casas de don Adán (El Viso), Torremilano (Dos Torres) y El Guijo, calificado entonces como “lugar”.
Desde ese momento, su población se integró en el señorío de Santa Eufemia, a cuya evolución quedó ligada durante los siglos XIV y XV. Por ello, tras Fernando Díaz y su hijo Gómez Fernández durante la primera mitad del siglo XIV, fueron señores de El Guijo a lo largo del siglo XV Pedro Carrillo y sus sucesores, los Gózalo Mejía I, II y III, el primero de los cuales había accedido al señorío mediante matrimonio con Teresa Carrillo, hija del citado Pedro y heredera de los señoríos de su padre al no existir descendencia masculina..
Durante la Edad Moderna, El Guijo fue una de las villas que integraron el antiguo condado de Santa Eufemia. Su importancia radicó en que su puerto fue el lugar donde se cobró durante siglos el derecho de pasto a los ganados trashumantes que entraban en obispado de Córdoba. Este tributo no o había enajenado la corona a favor de los condes de Santa Eufemia, sino a favor de la ciudad de Córdoba, a la que rentaba anualmente 22.143 reales de vellón.
Su población fue siempre reducida y alcanzó su cota máxima en la Edad moderna en 1530, cuando contaba con 110 vecinos.
La agricultura y la ganadería constituyeron la base de su economía en este período, ocupándose en ella el 91,3% de su población activa. Era una agricultura tradicional y autárquica, que dedicaba al cultivo de cereales 1.547 fanegas de las 2.496 que componían su término; 79l2 se dedicaban a pastos y 25 a viñas, mientras lque las restantes eran improductivas.
Sus bienes de propios se componían, entre otros, de dos ejidos, la dehesa boyal de la Lagunilla y las piezas de tierra del Castillejo, Tierras de Carrillo, El Turruñuelo, Los Arenales, y El Cordel. Todos estos bienes producían anualmente 5.328 reales de vellón. A los propios de la villa de El Guijo también pertenecían, por la concordia de 1.631, la cuarta parte de la bellota de la dehesa de Cañadallana, que producía anualmente 3.397 reales de vellón.
Los cargos de justicia y los oficios del ayuntamiento habían sido enajenados por la corona a favor de los condes de Santa Eufemia, quienes elegían, entre otros cargos, dos alcaldes ordinarios y dos regidores, que estaban supeditados a la autoridad del alcalde mayor del condado, que residía en Torrefranca.

Son pocos los datos de que disponemos sobre El Guijo para el periodo contemporáneo, en  el que la encontramos integrada en el partido judicial de Pozoblanco. Ramírez y de las Casas-Deza sólo nos refiere la reedificación de su campanario en 1804 y la construcción del cementerio en 1828.
Para el siglo XX disponemos de las referencias que nos proporciona Juan Díaz del Moral. Así en 1918 se constituyó la Sociedad Obrera Gremial Unión Proletaria, con reglamento de inspiración sindicalista..

miércoles, 22 de junio de 2011

Denominación de Ibericos Los Pedroches.

Están adscritos a esta joven denominación cerca de una treintena de pueblos.

La sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen los Pedroches está en Villanueva de Córdoba (Córdoba), y cuenta con 150 ganaderos y 17 industrias transformadoras de la carne del cerdo.
El Jamón y Paletilla Ibérico DO Los Pedroches se elabora en las siguientes fases:
Una primera que dura entre 3 y 10 días en los que las piezas se ponen en salazón.
Otra de lavado, asentamiento o equilibrado salino, que suele durar entre el mes y los tres meses, según la temperatura y las piezas.
Después pasa seis meses en los secaderos que se encuentran en la parte alta de los edificios para su secado y maduración.
Y ya, la última fase que consiste en su envejecimiento en bodega, que suele estar como mínimo entre uno y un año y medio, dependiendo del peso y de la calidad de la pieza. En esta fase no se les permite el aporte de humedad y temperatura por medios artificiales.

martes, 21 de junio de 2011

Una visión de nuestra dehesa.

Al norte, el río Guadalmez; al este, el río Yeguas, y al oeste, el Zújar. Estos son los límites del valle de Los Pedroches, en el septentrión de Córdoba. Tres topes geográficos que separan también la provincia andaluza de las tierras linderas de Ciudad Real, Jaén y Badajoz con una franja de 115 kilómetros de longitud donde la Sierra Morena tiene las hechuras de un encinar adehesado, al que se unen bosquetes y salpicones de quejigos, alcornoques y robles melojos.
Recorrer Los Pedroches es  una interesante sugerencia; cuando los brotes invernales de los cereales quiere ya empezar a apuntar sus ternuras, cuando las temperaturas de estos lares sureños se mantienen suaves y cuando los matices verdes de la arbolada perenne y sus cosechas de bellotas reconfortan más que en ninguna otra fronda de los paisajes ibéricos.
El bosque adehesado, capitaneado por la encina, que pasa por ser uno de los mejores ejemplos de desarrollo sostenible en el medio natural. Un paisaje añejo, creado y  mantenido por la mano humana desde hace siglos, descuajado en parte de su componente vegetal hasta quedar convertido en grandes extensiones pinceladas de lunares arbóreos, que en Los Pedroches tiene una de las mejores representaciones Son campos hospitalarios con la fauna silvestre, capaces de hospedar a numerosas especies, desde el escaso lince a la abundante abubilla, que aprovechan la bonanza de recursos existente.
Dos mundos diferentes conviven en las dehesas de Los Pedroches: uno salvaje, espontáneo e instintivo, y otro domesticado, planeado y organizado.
El primero de estos universos acoge una próspera vida animal silvestre, desde herbívoros a depredadores, que se beneficia de los condicionantes de este ecosistema. La fauna libre convive armónicamente con las faenas del campo, en un paisaje de encinares que también deja hueco a alcornoques, robles rebollos, quejigos, fresnos y acebuches; alfombrado de nutritivas y dispares especies herbáceas, en vecindad con carrascas, madroños, brezos, jaras, labiérnagos, retamas y mirtos, sin olvidar el terreno laborado dedicado a trigo, cebada y alfalfa, principalmente. El segundo es el de la cabaña ganadera de cerdos ibéricos, ovejas merinas, vacas de leche y retintas que componen la base del orgullo gastronómico de la comarca.
En este mosaico vegetal habita una extraordinaria comunidad alada, representada por currucas, abubillas, pitos, abejarucos, tórtolas, palomas torcaces, carracas, carboneros, mirlos, cucos, zorzales, herrerillos y elanios azules. Junto a ellos, cigüeñas blancas y negras, además del cuarteto aguileño de imperiales, reales, perdiceras y culebreras, los leonados y negros buitres carroñeros, además de gavilanes y azores, halcones peregrinos y búhos reales. Un variado universo mamífero también puebla las extensas ondulaciones salpicadas de verdes perennes, con ciervos, linces, conejos, ginetas, meloncillos, tejones, jabalíes, gatos monteses, ratones y topillos. El belloterío de estas dehesas es aprovechado también por las grullas viajeras, que en un número próximo a los siete mil ejemplares se desenvuelven a la perfección en estos lares cordobeses durante el invierno.

fuente:( Pedro Retamar)

lunes, 20 de junio de 2011

Un poco de historia de la capital de Los Pedroches.

 Es muy poco lo que sabemos  acerca de la Prehistoria en el término de Pedroche, ya que las noticias referentes a esta época de la humanidad son francamente escasas y un tanto vagas.
No obstante, sabemos de la presencia de sepulcros megalíticos situados en diferentes puntos del término y, concretamente, en lugares próximos al límite con el de Villanueva de Córdoba. Por el momento, desconocemos tanto la forma de estos sepulcros como los ajuares que han proporcionado, puesto que las noticias sobre ellos son insuficientes.
Desde luego, resulta perfectamente lógica la presencia de dólmenes en este sector provincial, ya que toda la comarca de Los Pedroches está repleta de restos arqueológicos de este tipo, y el término de Pedroche no iba a ser una excepción.

La antigüedad atribuida generalmente de la villa de Pedroche es perfectamente cosntatable mediante testimonios arqueológicos y epigrafitos. A principios de siglo XX, el arqueólogo Romero de Torres descubre un mosaico en excavaciones efectuadas en el núcleo urbano.
Hay localizada una calzada, probablemente en relación con esa vía natural que, procede de Corduba, se introducía en la comarca por el Puerto Calatraveño y, por Pedroche, enlazaba con el Puerto Mochuelo. Es un camino utilizado desde la más remota antigüedad  para unir el Valle del Guadalquivir con la Meseta, y principal vía oficial hasta el siglo XVIII.
En la ermita de San Sebastián nos podemos encontrar una estela funeraria romana de granito que lleva gravada una corona formada por dos círculos concéntricos y un dibujo interior estilizado en forma de V.
Ocaña Torrejón, Rodríguez Adrados y Nierhaus localizaron en Pedroche, por la supuesta derivación del topónimo, la ciudad romana de Baedro. Esta hipótesis ha sido rechazada por Tovar, y la más reciente investigación tiende a situarla en El Viso.
Lo que sí es cierto es que en época romana Pedroche se encontraba en los límites orientales de lo que Plinio, en su Historia Natural, llama la Beturia túrdula y pertenecía al Conventos Cordubensis. Su importancia, como la generalidad de los pueblos de la comarca, venía dad por su riqueza forestal y minera.
Precisamente Márquez Triguero localiza en el núcleo urbano la fundición de Pedroche, de oro, pues encontró escorias y vasos de sublimación específicos para el tratamiento de ese metal. El mismo autor sitúa las minas de cobre aurífero el los Almadenes de Pedroche, a unos cinco kilómetros al norte del núcleo urbano, y la mina de cobre y poblado de la Era del Coto, en las Peñas del Agua. Encontramos igualmente una mina de cobre, con un pozo de cinco metros, en la Dehesa del Bramadero, y un pozo de nueve metros, correspondiente a una mina de plomo, en la Haza de Gallardo, comino de Pedroche a La Calera. También son de plomo el pozo de nueve metros de Almagreras y otro encontrado en el cerro Rompe Cámaras, todos ellos citados por Antonio Carbonell. En la localidad se encontró minio en rama precintado. Se pensó, erróneamente en un principio, en un origen local, y más tarde se confirmo su procedencia de Sisapo, de paso, para su refino en Roma, ya que estaba prohibido obtenerlo en el lugar de la mina.
En época visigoda, la comarca de Los Pedroches debió tener un hábitat especialmente considerable, como lo muestran los cientos de restos funerarios encontrados en forma de sarcófagos y cistas, y Pedroche debió participar con un protagonismo relevante acorde con su importante castillo, que, según una leyenda, llegó a ser prisión de los hijos de Witiza. Testigos del esplendor del mismo son los capiteles de tipo bizantino que se esparcen por el pueblo.
Se ha de señalar la presencia en el término (La Dehesa, El Mohedano, Cañada de Viga, El Ranchal y calle Real número 7) de nueve sarcófagos antropoides, bien excavados en la roca granítica viva o exentos. Suelen tener relación con cabañas de planta circular o rectangular, con cercas para ganado y cerámica tosca hecha a mano. También se relacionan con explotaciones mineras. Sus influencias visigodas son evidentes y perduran en épocas posteriores; no obstante, su cronología está aún por definir a falta de excavaciones sistemáticas. Estudiados por Márquez Triguero, a él nos remitimos.

Ya en la Edad Media, el primer autor musulmán que nombra a Pedroche es Idrisi, en el siglo XII, y dice de él que es un hisn situado a cuarenta millas de Córdoba, bien construido, bien poblado y dotado de altas fortificaciones.
Yagut, en el siglo XIII, dice que Bitrawsh es el nombre de un pueblo en al-Andalus y que ésta era la ciudad más importante del Fahs al Ballut. Que Pedroche fue capital de la cora de Fahs al Ballet es un dato confirmado por haber dado nombre a toda la comarca y porque, según el repertorio de al-Faradí, sólo hubo cadíes o jueces musulmanes en Córdoba, Cabra y Pedroche, que fueron en la época las capitales de sus respectivas coras.
Es conocida la realizada por la Descripción anónima de al-andalus de que en el Fahs al Ballut se producían las mejores bellotas del mundo, motivo por el cual sus habitantes se esforzaban en su conservación y cuidado. En el siglo XII, documentos cristianos hablan del “encinar del Pedroche”, testimoniando la importancia de la bellota durante la última etapa de dominación islámica en la comarca. Por lo demás, es de suponer que la ganadería constituyera la base de su actividad económica, dado el carácter geográfico del territorio y el notable asentamiento en él de clanes beréberes
En 1115 Alfonso VII reconquisto Pedroche, pero ese mismo año fue recuperado para los almohades por las tropas del gobernador de Córdoba, Abu Zayd, que derrotaron al conde, señor de Pedroche, que Alfonso VII había dejado por alcalde, lo hicieron prisionero y lo enviaron preso a Marrakech.
No sabemos si al poco tiempo la orden de Calatrava logró recuperar este enclave o si bien permaneció durante algunos años abandonados, pues Ibn Sabih al Sahla, al narrar la expedición que envió el califa almohade Abu Yaqub Yusuf contra las milicias concejiles de Ávila en 1175, dice que al pasar por Pedroche encontraron su castillo “desierto, sin un alma”.
Es probable que sólo después de la batalla de Las Navas en 1122 o incluso de la toma de Córdoba en 1236 fuera repoblado. A partir de su conquista en el siglo XIII (verificada en torno al 1237), y para no confundirlo con el propio nombre de la comarca (que en la Baja Edad Media fue conocida como “el Pedroche”, en singular), aparece siempre designado como Villapedroche.
Pedroche no fue otorgado a Córdoba hasta siete años después de la conquista, quizá porque, como ha apuntado E. Cabrera, Fernando II intentara promoverlo como sede de un concejo autónomo independiente. Así parece evidenciarse de la comunidad de villa y tierra que desde el principio formó con sus aldeas dependientes (Torremilano, Torrecampo, Pozoblanco, Alcaracejos) y que constituyó la base de la comunidad de las Sietes Villas de los Pedroches que funcionó durante la Edad Moderna. Y porque desde el siglo XV Pedroche y los núcleos de población de su entorno se erigieron en el único sector no señorializado de la comarca.
Sabemos que la localidad mantenía en su término importantes explotaciones vinícolas, como demuestra el hecho de haber sido la primera población en cantidad abonada en concepto de diezmo del vino en 1478. Y que fue, a lo largo de toda la Baja Edad Media, sede de uno de los tres arcedianatos con que contaba el reino de Córdoba, el arcedianato de la Sierra, que pasó de Belmez a Pedroche en 1265,con toda probabilidad por ser ésta la capital de mayor importancia en el territorio cordobés sitiado al norte del Guadalquivir.

Ya en la Edad Moderna, la villa de Pedroche fue en épocas pasadas mucho más importante que en la actualidad. Prueba de ello es el retroceso demográfico que sufre durante esta Edad, periodo en el que desciende su población de los 1.139 vecinos que tenía en 1530 a los 483 con los que cierra el siglo XVIII.
Fue el núcleo originario y durante mucho tiempo la capital de las Siete Villas de los Pedroches. Por esta razón, cuando dichas villas tenían algún asunto común que tratar acudían a la de Pedroche y se reunían para ello en la ermita de Nuestra Señora de Piedrasantas. Fue siempre villa de realengo, excepto entre 1660 y 1747 en que fue vendida junto con las otras seis de su mancomunidad a los marqueses de El Carpio.
Durante la Edad Moderna su término estuvo integrado en el de las Siete Villas. Desde antiguo éstas poseían las dehesas de la Jara, Ruices y Navas del Emperador, cuyo aprovechamiento se hacía de forma comunal. Según Ocaña Torrejón, en el siglo XVII la corona, acuciada por problemas hacendísticos, pretendió reiteradamente despojar de dichos bienes a las villas, que se vieron obligadas a comprarle en dos ocasiones las tres dehesas que desde antiguo les pertenecían y que disfrutaban en común. La primera compra se efectuó en 1629 y la segunda en 1644. Por esta última, la corona reconocía a las Siete Villas la propiedad de las tres dehesas citadas, más el encinar del término de Villaralto y las 46.000 fanegas que componían la dehesa de la Concordia, sita en término de Obejo, todo ello previo pago de 12.000 ducados en doce años. Desde entonces, los pueblos disfrutaron sin molestias de estas propiedades hasta 1836, año en que se decidió disolver la mancomunidad y repartir sus tierras proporcionalmente al número de vecinos de cada una de las villas que la integraban.
Además de estos bienes que poseía en común, en 1752 pertenecían a los bienes de propios de la villa de Pedroche las dehesas boyaleses del Bramadero, Ranchal y el  Madroñal, que tenían una extensión de 4.115 fanegas, y parte de la dehesa de Campillo, de 714l, que compartía con los de Torrecampo. Pertenecían también a los propios de Pedroche 17 piezas de tierra que entre todas sumaban 403 fanegas de secano, la casa consistorial, la cárcel, la carnicería, el mesón, el corral concejo y la fragua.
Durante ladead Moderna la economía de Pedroche se cimentó fundamentalmente sobre la agricultura y la ganadería, siendo en 1752 las especies más importantes, en atención a su número de cabezas, la ovina, la de cerda y la vacuna. Durante el siglo XVI tuvo gran importancia en esta villa la industria textil, que era en dicho siglo la ocupación fundamental de sus vecinos. Se confeccionaron paños, frisas, cordellates y otros productos textiles cuya calidad se fundamentaba en las excelencias de la lana con la que se realizaron. Esta actividad floreciente entró en crisis a finales del siglo XVI, y en el XVIII y había perdido el papel preponderante que antaño había ocupado en la economía de la villa.

El surgimiento de Pedroche a la contemporaneidad viene marcado más por la decadencia y la atonía que por las innovaciones y las transformaciones socioeconómicas. Reflejo de tal situación es su evolución demográfica, que hasta el último cuarto del XIX bien puede ser calificada por su estancamiento y aun por la regresión poblacional en determinadas décadas. Acontecimientos de tipo catastrófico como la epidemia del cólera morbo asiático en los años treinta, coadyuvaron a tal estado, si bien el mayor foco comarcal de lamisca estuvo en la vecina Pozoblanco.
Desde el punto de vista económico, el conocido Diccionario de Pascual Madoz sólo atribuye a la población gacheta una industria de tipo agrícola incipiente y varios telares para la confección de lienzos y colchas a mediados del siglo XIX, actividades en extremo minúsculas para aminorar la excesiva dependencia de lo agrario y lo ganadero. Sólo las transformaciones de propiedad de los bienes eclesiásticos, de los de titularidad pública y de los del estamento nobiliario en manos particulares constituyeron un eje dinamizador de los acontecimientos económicos de la villa.
En los años antecedentes a la primera conflagración mundial la lánguida vida de la población se acelera desde el punto de vista social. Así, se erigen organizaciones de carácter reivindicativo como la Sociedad de Obreros, de clara orientación socialista. Unos años más tarde, hacia el 1918,el movimiento social adquiere tonos más vindicativos, y pronto surgirá como efecto de la anterior la alarma en la patronal agraria local.

domingo, 19 de junio de 2011

Capital histórica, Pedroche.

Para poder hacer una idea de la belleza de nuestra comarca  hemos creído conveniente colocar un video promocional de la capital histórica que nos da nombre. Pedroche.